Aunque me gusta ir al gimnasio, hay días en los que no me apetece demasiado subirme a la cinta y ponerme a correr. Cuando eso pasa, suelo optar por disfrutar a solas como hice la última vez, en la que me quité la ropa y empecé a masturbarme. Incluso saqué uno de mis dildos para metérmelo bien dentro del coño y gemir como una golfa con cada orgasmo que iba experimentando.