Salí al jardín para leer un poco y mi sirvienta se acercó para ver si quería una copa o algo para comer. De repente se rozaron nuestras manos y tuvimos un momento muy caliente, lo cual me llevó a tantear el terreno con ella. Dejé pasar el rato y fui a buscarla, hasta tenerla sentada en mi cama en el dormitorio, donde me desnudé y la convencí para hacer guarradas juntas. Acabó siguiéndome el juego y las dos nos comimos los coños, en una follada lésbica que fue todo un gustazo.